jueves, 27 de agosto de 2015

Agradecer a Dios




Dice Jesús:   

     Es muy bella la alabanza que, desde la tierra nace del corazón de un hombre agradecido y llega al trono de Dios. Esa alabanza resuena como melodía de arpa en el paraíso y, por un instante, callan todas las armonías celestiales, para que el Supremo se incline escuchando esa alabanza de agradecimiento, que un hijo bueno envía al Buen Padre.       
   Después esa alabanza es recogida, repetía, amplificada por todos los coros amplificada por todos los coros de los ángeles y de los bienaventurados, convierto dese en el canto de ese día en el Paraíso.
   La Trinidad resplandece en su alegría y María ríe con su sonrisa de Madre y Reina.
   Sin embargo, son muy pocos los que dan las gracias, a pesar de que Dios os concede dones continuamente, sin que vosotros os dos cuenta, pues su Paternidad os los regala tan dulcemente, cuidando de no ofenderos como si fuera una limosna, al grado que vosotros pensáis que sea producto de vuestro trabajo. 
   No, no es producto de vosotros trabajo, sino que Dios os beneficia, de la mañana a la noche, de la noche a la mañana a la noche, de la noche a la mañana. Pero vosotros no le agradecéis, ni siquiera por las grandes gracias que recibís.